En la noche del 14 de enero de 2024, se durmió en el Señor, tras haber dedicado toda su vida a responder a la llamada al sacerdocio, que recibió cuando aún era un niño.
Tan inteligente como modesto, se exigía mucho a sí mismo, pero nunca imponía nada a los demás. Era doctor en Historia de la Iglesia y un cocinero consumado, experto y realista, trabajador y generoso. Era reacio a aceptar elogios o a destacar, y prefería pasar desapercibido. Tenía la habilidad de relacionarse positivamente con todas las clases sociales y era caballeroso con quien se le acercaba.
Era un hombre de cultura amplia y profunda, capaz tanto de análisis rigurosos como de síntesis esclarecedoras, y de gran honestidad intelectual. Nunca confundió los logros científicos de distintas disciplinas, aceptándolos incluso cuando divergían, consciente siempre de la necesidad de seguir investigando, aunque ello condujera a invalidarlos. Fue un agudo observador de la actualidad en los más diversos campos, haciendo gala de una claridad de juicio adquirida gracias a su conocimiento de la historia. Franciscano capuchino de corazón, creció constantemente en el conocimiento de San Francisco, del franciscanismo y de la historia de la Iglesia. Fue un teólogo polifacético, desde la Patrística hasta la Teología Fundamental y la Liturgia.
Recogió las experiencias religiosas del mundo islámico y oriental, reconociendo sus logros en espiritualidad.
Su amor por el Señor Jesús le llevó a profundizar en el estudio de la Sábana Santa, hasta el punto de ser reconocido como uno de los estudiosos más fiables sobre este tema. Aficionado a la música, tocaba el piano y el órgano, y dominaba las artes figurativas. Gracias a su inteligente uso de la fotografía, reunió un valioso fondo documental. Fue un experto en informática y dejó registros digitales que son testimonio de su vida y obra.
P. Stefano Dubini, Orden de Frailes Menores Capuchinos